Los
integrantes del club de negocios respiraron hondo y reflexionaron un rato más. No llegaron
a nada. Cuando el organizador de la reunión, desanimado, tomó la copa de vino
blanco entendió
el mensaje de Lepret. Había que
cambiar algo profundo.
Exactamente, qué era, no lo entendió hasta varios días después. Caminaba por la ciudad y
detrás de una piedra apareció un papel doblado en cuatro. “La otra dimensión”
se titulaba.
El
organizador convocó a otra reunión plenaria. Se disolvió el club. La última
carta a los integrantes empezaba así: “He encontrado la dimensión poética de
Lepret…”
Los mil
miembros del club de negocios encontraron a lo largo de las siguientes semanas muchos
papeles entre las piedras de la ciudad.
Lepret
sonrió en su morada y volvió a escribir siete mil millones de veces lo mismo.
La gente se quedó sola. Los mensajes dejaron de circular. Y fue posible otra
cosa.
Ariel Halac - La Escala, septiembre de 2012
Ariel Halac - La Escala, septiembre de 2012
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