TE perdono –
dijo y se puso a pensar en lo que había hecho.
Te perdono-
dijo ella.
Era el primer
día del otoño. Olvidaron las palabras vertidas en el desierto. Los sueños
escondidos en el mar. Los veleros llevando rencores. Los marineros trayendo
violencia de países lejanos. Olvidaron las rencillas, los olvidos, las manchas
en la mesa. Olvidaron cada discusión.
Empezaron de
nuevo. Abrieron una ventana al universo.
-
No
me conocés- dijo ella.
-
Hace
años- entendió él.- Hace años que no te conozco.
Ella
lo miró como no lo había mirado nunca. Ni siquiera cuando lo había conocido. Y
fue capaz de sobreponerse a todo. No entendió que algo había terminado.
Entendió que recomenzaba el universo.
Un
universo de reconocimiento y aceptación. Un universo de posibilidad y
encuentro. Una mágica aventura de insomnio y templanza. Una nueva oportunidad
para abrir otra ventana.
Ella
olvidó lo que iba a decir. Lo que iba a olvidar. Él olvidó lo que tenía que
perdonar. Y así, desde el olvido, o desde la memoria, que es lo mismo,
alimentaron una nueva historia.
Una
historia que empieza ahora. Una historia que termina. Y que empieza al mismo
tiempo.