24/8/12

El Sarmiento

Me persigue la culpable mirada
de púber
inquieto,
de edad sospechosa
y acné tieso,
escondido en el rincón más oscuro
de la sala.
Una vieja butaca
guardará esos recuerdos.

Cuando miro los tickets de la entrada
guardados
con celo
en una silenciosa
cajita de secretos,
me devuelve ese papel
amarillento,
el primer pezón en sepia
y el tupido pubis de la Coca en blanco y negro.

Ya no brilla la luz, en tu pantalla,
del viejo proyector
de treinta y cinco.
Brilla un pastor
de almas y de cielo,
que administra la fe
como los clérigos.
Lo siento.
Ya no hay cine en el Sarmiento.


Ángel Eusebio - Madrid, julio de 2010   

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